Bienvenida a todas las posibilidades

Otro año se fue. Y otro año empieza.
Otra vez la misma sensación de que es mi última oportunidad para dejarme de joder, y hacer lo que tengo que hacer.
Es imposible no vivir. Si uno esta vivo la vida pasa igual. Aunque uno crea que está en stand-by y que la vida lo espera,  hasta conseguir aquello que anhela. O estar donde quiere estar. O ser lo que pretende ser.
Asique esta sensación de no-ser, no-estar, es ilusoria.
Estoy viva y por ende vivo y la vida me pasa sin que nada pueda hacer al respecto.
Pero siento que estoy en pausa. Que la viva me vive pero que yo no vivo la vida.
Y otro año se va y otro año llega y sigo sintiendo que nada de lo que haga me hará una mujer conforme.
Ya no digo feliz. Ya no digo plena. Digo conforme.
Porque estoy entendiendo que para disfrutar la vida, para ser feliz, para sentirse bien, hay que estar conforme. No digo conformarse con cualquier cosa (eso para mi es imposible!) sino estar conforme con lo que uno ES.
Porque en definitiva, lo que uno tiene, de lo que uno trabaja, donde uno vive, la pareja que tiene, los amigos que no tiene, el dinero que le falta o sobra, la salud con la que cuenta, no es otra cosa que el reflejo de lo que uno ES.
Por eso estoy entendiendo que si uno está conforme con lo que uno ES, sea lo que sea y como sea, lo de afuera, lo demas, las circunstancias, tenderán a ser "acordes" con lo que uno quiere, o espera, porque si lo que soy me agrada, mi realidad me agradará.
Lo que me lleva irremediablemente a pensar que no me gusta nada lo que soy. Porque si mi realidad no me gusta, pues querida, sacá la cuenta.
Entonces? Que viene primero? el huevo o la gallina?
Todos mis libros, mi terapeuta y los gurúes que andan por ahi dirán que tengo que cambiar yo, para que la realidad cambie. Pero lo que tengo que hacer, no es cambiar, sino asumir. Asumir lo que soy. Como soy. Si. Asi de imperfecta y llena de defectos y cosas que no me gustan. Pero hasta que no sea feliz conmigo misma, pues nada ni nadie hará que lo sea.
Pero también sé que al Universo le encantan los actos simbólicos.
Asique empiezo el año cambiando muchas cosas.
Entre ellas la perspectiva de mi misma. No me odio más. No me desprecio más. No pienso más que soy el útlimo orejón del tarro.
De vez en cuando caigo un poco el hábito de la autoflagelación, pero lo estoy dejando.
Y decidí empezar de nuevo. Como si este año que empieza me permitiera dar de nuevo.
Cambiar la vida no es fácil. Lleva su tiempo, y también se lleva unos cuantos caídos en el camino.
Y también se lleva muchas de mis lágrimas porque el camino a veces es doloroso, porque es profundo. Y cuando las profundidades son oscuras, los caminos sinuosos, las verdades duelen.
Y a pesar de todo lo que duele y cuesta, siento en el fondo del alma una alegría inmensa. Un poder que no puedo explicar bien. Una sensación de que por fin la Vida vive conmigo.
De que he decidido dejarme llevar adonde tenga que ir.
Hay decisiones que son muy difíciles de tomar. Porque duelen y lastiman a uno y a otros.
Pero cuando uno sabe lo que tiene que hacer en el fondo del Ser sólo hay dos caminos.
Abrirse a todas las posibilidades, o vivir en la mentira.
Yo ya no puedo mentirme a mi misma.
Hoy me abro a todas las posibilidades.
Bienvenida. Bienvenidos.
Esta es mi Vida, que vive conmigo. Me lleva y me dejo llevar.
Y juntas haremos lo que hemos venido a hacer.
Porque la misión en este mundo es ineludible. Tarde o temprano sale a la luz. Y no hay otra salida que ir, y cumplirla.
Cueste lo que cueste. Caiga quién caiga. Sea donde sea. Sea como sea. Alla donde esta mi luz, allá voy.


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