Morir en domingo para aprender a vivir

Odio los domingos.
Sobre todo los domingos a esta hora, cuando el sol se esconde y la noche se acerca.
En esta hora de este día me siento morir.
Siento que me estoy muriendo. Que otra semana se termina. Que otro lunes acecha. Que otra vez empieza el caos  y el stress.
Los domingos a la tardecita me recuerdan que no hice ni un cuarto de mi lista de pendientes. Y estos pendientes se suman a los pendientes de la semana anterior. Y de la anterior. Y de la anterior.
Y mi lista de pendientes crece y crece sin cesar. Y yo me convierto poco a poco en una gran cosa pendiente. Sin hacer. Sin terminar. Sin estar jamas del todo lista. Sin estar jamas del todo hecha.
Me falta hacer-me
Entonces pienso y digo, el problema es el domingo? O el problema es vivir de una forma en la que no me gusta vivir? 
El problema es el domingo o es saber que hasta el proximo domingo yo no tendré ni un minuto para mi? 
El problema no será que día tras día me voy muriendo por no vivir... por no hacer las cosas que necesito hacer, por no hacer lo que siento que debería hacer? Y el domingo solo me lo hecha en cara. Sólo me lo recuerda. 
El problema son los domingos o son los lunes, martes, miercoles, jueves, viernes, sabado que no vivo la vida como quisiera vivirla sino que la vivo como se me dijo que había que hacerlo?
Los domingos me abruman porque son honestos.
Los domingos no te distraen con trabajo y más trabajo. Con correr de acá para allá. Con ir y venir y hacer y estar ocupado 25 horas al día.
Los domingos son quietos. Y la quietud y el silencio te muestran la verdad. 
Lo que tu alma necesita, lo que tu alma espera. Solo se oye en el silencio.
Los domingos me dicen a gritos lo que estoy haciendo mal.
En lo que estoy errada
Por lo que me enfermo
Por lo que no duermo
Los domingos me gritan todo lo que en la semana me esfuerzo por no oír.
El problema no son los domingos. Ni la noche. Ni la lista de pendientes. El problema es la forma de vivir. 
O de estar muriendo en el intento.

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